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El poeta siente que, a pesar del pasado turbulento y del presente maltrecho, hay razones para la esperanza o, al menos, para desearla, pedirla, reclamarla o invocarla. Eso es lo que expresa en el cuerpo del poema.
El título parece indicar que no es una petición que haga sólo desde un punto de vista personal, individual, sino que la hace hablando como portavoz de mucha gente. Evidentemente, hay una alusión directa a la labor de la poesía social y comprometida. Este poema tiene así algo de metapoesía, en tanto se presenta a sí mismo como ejemplo de una cierta concepción de la poesía.
El texto, por tanto, no habla sólo a los que sufren, también a los poetas y a los que siguen el mundo de la poesía.
Pero, ¿en qué sentido se dirige a todos ellos, a esos muchos? ¿Los convoca como parte de ese mundo doliente o como parte del cambio? Diríamos que por ambas razones. El pasado doloroso, cuyos efectos son visibles en este presente desolado, quizá no esté más detallado porque se pide, para superarlo, luchar por el futuro que es lo único que se puede intentar solucionar. ¿Y dónde está la fuerza para esa lucha? Pues, en primer lugar, en una nueva poesía, en una nueva concepción del arte que renuncia a ser elitista y se vuelve solidario. El artista es portavoz del pueblo.
La solidaridad hay que entenderla en dos sentidos. Por un lado, ese arte se convierte en expresión de la solidaridad del artista; por otro, es una de las manifestaciones de la solidaridad entendida como la necesidad de unidad entre diferentes actores sociales para luchar por el cambio y conseguirlo. Las características de ese cambio, en muchas ocasiones, como en el caso de Blas de Otero, provienen del pensamiento comunista.
De manera que Blas de Otero proclama en el título de este poema que ha elegido cierta concepción de la poesía y por eso habla en nombre de muchos. La fuerza y la razón de ser de ese tipo de poesía provienen de su integración en una sociedad de intereses que va mucho más allá del arte. Esa misma fuerza que ha transformado su poesía transformará España y el mundo.
Por tanto, la confianza en el cambio histórico tiene el mismo origen que su convicción artística: su fe poética es su fe histórica.
Ambas facetas están ligadas. La luz que ha alboreado-la certeza de un futuro diferente- es la de esa fuerza de la solidaridad y de la lucha conjunta. Ese es el “argumento” en el que descansa la lógica -posiblemente, aun así, incompleta, insuficiente- del poema.
El poeta se siente con fuerza para hablar en nombre de aquellos de los que cree forma parte. El poeta cree vivamente que esa fuerza lo está cambiado todo como ha cambiado su poesía y la de otros.
Esta es la perspectiva desde la que Blas de Otero nos lanza su mensaje en la España de los años 50. Me atrevería a decir que donde el poema dice alegría, de no mediar la censura hubiera dicho libertad.