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El recurso propiamente dicho de la antítesis lo encontramos -dentro de un proceso metafórico- entre sed y fe o entre mundo inundado de sangre y paz.
Pero hay otros momentos en los que el poema recurre a expresiones que, aunque no entran de lleno en el terreno estricto de la antítesis, están muy cerca de él y prolongan, en definitiva de manera continua la tensión característica de esta obra.
Es el caso, por ejemplo, de la expresión sepultado | en sed. El poeta puede haber partido de la expresión léxicalizada [frase hecha, modismo o coloquialismo, si se trata de una expresión más propia del lenguaje coloquial] “muerto de sed”. Esta expresión coloquial ya es un sinsentido en su uso normal, pues nadie puede decir que está literalmente “muerto de sed”.el poeta da un paso más allá y retuerce la expresión habitual con una sustitución léxica que, al renovar la expresión, renueva también, intensifica, la impresión que tal dicho puede transmitir.
En la cuenta del tono exasperado podemos adoptar también el empleo de invenciones verbales -a veces la palabra, un neologismo; a veces expresiones enteras- , en este caso, provienen por lo general del lenguaje coloquial.
Un neologismo es hambreante. Existe, aunque su empleo esté muy restringido, el verbo “hambrear”, con el significado de “padecer hambre o mendigar”, pero el adjetivo de tal verbo es “hambriento”. Con la innovación, evidentemente Blas de Otero busca una mayor intensidad expresiva, un mayor dramatismo.
Expresiones alteradas, violentadas, sacadas de su sitio (como el mundo mismo) serían entre otras sepultado | en sed o engangrenado a sangre fría, de las que ya hemos hablado en diversas ocasiones.
En torno a ello podríamos hacer una última reflexión. Estamos ante un gesto de renovación y elevación al registro poético del lenguaje coloquial, que es el de todos, es como si el poeta nos viniera a decir que no está muerto el lenguaje, es posible escribir luchando contra los corsés de la lengua rutinaria y contra los tópicos de la estética elitista.
Con un lenguaje sencillo, común, aderezado con las mismas palabras de la miseria diaria es posible dar (a) luz a la salvación, a la esperanza, en última instancia, como si los valores de la gente corriente, los valores colectivos se sugiriesen como los valores salvadores… Pero…¿no hubo una culpa colectiva en ese pasado del pasado? ¿Fue inocente del pueblo en esa tragedia pretérita innominada que ha desembocado en este presente ominoso? ¿No tuvo nada que ver en ella?
Para finalizar, repararemos en la presencia en la última estrofa del poema de dos posesivos:
Para ti, patria,
ardua España mía