Comentario Trasfondista de textos literarios

EL COMENTARIO TRASFONDISTA DE TEXTOS LITERARIOS.

PROPÓSITO: Diseñar un nuevo esquema de comentario de textos que incorpore de manera eficiente para el estudiante las últimas tendencias de la teoría lingüística y literaria.

IDEA ESENCIAL: Abordar la técnica del comentario de textos a partir de la idea de concebir el texto como un todo integrado por tres componentes inseparables: FORMA, FONDO Y TRASFONDO.
La conjunción de estos tres factores es lo que da SENTIDO a un texto literario.
Es sólo un modo sencillo de incorporar al aprendizaje del comentario de textos, aquellas ideas aprovechables y eficaces de la multitud de teorías lingüísticas que intentan renovar el estudio de la lengua y la literatura.


JUSTIFICACIÓN (MÍNIMA) DEL PROYECTO.
El vertiginoso aluvión de avances técnicos y científicos de finales del siglo XX y principios del XXI ha dado lugar a un agravamiento del complejo que sufren, desde el siglo XIX ( e incluso el XVIII), las llamadas humanidades y ciencias sociales frente a la ciencia convencional.
Ante la imparable oleada de “maravillas” científicas y tecnológicas, asistimos a una vorágine de teorías que intentan nuevamente -tras dos siglos de fracaso- darle estatuto “científico” a todas las disciplinas que caen bajo el ámbito de lo humanístico y de las ciencias sociales.
“El arte es ciencia tambien”, dejó sentado Juan Ramón Jiménez en una sentencia que muestra toda su concepción de la poesía. En esa frase tenemos al Juan Ramón arquetipo del concepto profundo de modernismo o simbolismo ( que al fin y al cabo es lo mismo): el arte es un parasaber transrracional que llega o llegará adonde el limitado conocimiento racional (la ciencia) nunca podrá llegar.
Todas las disciplinas humanísticas y sociales se embarcaron a partir de la segunda mitad del siglo XIX en esa histérica empresa de intentar “ser ciencia también”.
Y así hemos llegado hasta hoy.
Ninguna de las llamadas “ciencias sociales” ha llegado nunca a constituirse como una auténtica ciencia, pero el complejo sigue ahí.
En el terreno de la lingüística y de la literatura se han explorado caminos en muy diversas direcciones. Por ejemplo, hemos ido desde un intento de adaptar la Teoría de la las Catástrofes a la lengua y la literatura -cuando ya las ideas del matemático francés René Thom habían sido arrinconadas por la ciencia por su limitada fertilidad-, a la Biolingüística, que intenta darse forma de ciencia al menos segmentando una de las facetas del fenómeno complejo que es la lengua: la de las raíces genéticas de la lengua, su nacimiento dentro de un proceso evolutivo similar a otros que la biología ha descrito en la naturaleza.
Son sólo dos ejemplos llamativos. Sin pretender cargar la mano en la ironía ni caer en simplificaciones, podemos limitarnos a observar que el amplio y variado abanico de teorías lingüísticas, en conjunto, tropieza a menudo cuando se trata de salir de la alta reflexión teórica y descender al terreno del análisis, precisamente porque cada una de ellas intenta presentarse como una teoría sistémica que, desde sus presupuestos, va a dar explicación completa de todo aquello que la lengua (y la literatura) es.
Muchas de estas teorías podríamos decir que; “entienden la literatura como un sistema socio-cultural y un fenómeno de carácter comunicativo que se define de manera funcional, es decir, a través de las relaciones establecidas entre los factores interdependientes que conforman el sistema (…) se preocupan principalmente por describir y explicar cómo funcionan los textos en la sociedad, en situaciones reales y concretas” (Montserrat Iglesias, “El sistema literario: Teoría empírica y Teoría de los Polisistemas”, Avances en Teoría de la literatura, p. 310).
Si tomamos la Pragmática como la teoría “contenedor” en la que han ido a converger algunas de las tendencias iniciadas en el siglo XX, nos encontramos con que la versión dura de la pragmática (o quizá, la versión más ligera, según se interprete), llega a conclusiones como (1) que es literatura “todo aquello que se publica en un libro o en un dvd y se vende como literatura” o (2) que “el receptor es el que da sentido al texto”.
Sin querer simplificar, como digo, aunque dejándome llevar ahora por cierto tono cordial, semejantes afirmaciones maximalistas nos las podemos merendar simplemente con el poema de Machado “A un olmo seco”.

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verde le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los alamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
hunden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que, rojo en el hogar, mañana
ardas, de alguna misera caseta
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hacia la mar te empuje,
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Hay en internet cientos de comentarios de todos los colores sobre este poema. La inmensa mayoría de ellos “se sale completamente del texto”, es decir, no alcanza el sentido del texto porque ignora las circunstancias en las que lo escribió Machado.
Su esposa, Leonor, gravemente enferma de tuberculosis, experimentó por unos días una ligera mejoría. A eso se refieren los versos finales, todo el poema. Ese es él “otro milagro de la primavera” que espera el corazón del poeta. Su mujer moriría en agosto y el poema, como vemos (
con las lluvias de abril y el sol de mayo“) fue escrito pocos meses antes.
La desafiante afirmación recogida en el punto (1) anterior, se desmorona, por ejemplo, poniéndola en negativo. Aunque este poema de Antonio Machado lo introdujésemos en una lata de atún y luego nos hiciéramos un bocadillo con él, seguro que nuestro estómago iba a notar la diferencia. No hay contexto o situación en la que ese texto de Machado pueda no ser literatura. Aunque nos lo vendiesen como atún de las Galápagos.
En cuanto a la otra máxima,
(2), de ninguna manera el receptor puede ser quien dé su sentido a este texto. Sin conocer las circunstancias de su creación, el lector se pierde en mil especulaciones, considera el tema vago (eso se dice en más de un comentario por la red) o impreciso.
Ya digo que no quiero simplificar. No me refiero a que el receptor debe tener cierta competencia para captar el texto (esto ya lo tiene en cuenta la pragmática). Me refiero a que Antonio Machado ya conocía el sentido de este texto, sin tener que esperar a que llegara el lector para que, misericordiosamente, se lo revelase; el autor es su primer lector, si queremos decirlo así, y esto no hay teoría que pueda tergiversarlo.
Puede haber, desde luego, “múltiples lecturas de un texto”, pero siempre serán recreaciones, divagaciones o disparates.
El texto fue concebido con un sentido que, por supuesto, está condicionado no sólo por la voluntad del autor, sino también por las circunstancias sociales, históricas, políticas, psicológicas… Podemos recurrir a la ayuda de múltiples disciplinas o a la ayuda de alguna teoría lingüística especialmente rica para llegar hasta el sentido de un texto, pero lo que no podemos hacer es negar el sentido con el que fue concebido, relativizarlo: porque eso es conocimiento verdadero.
También sería conocimiento verdadero el examen de las interpretaciones erróneas que del poema de Machado se hayan podido hacer a lo largo del tiempo, igual que se podría hacer otro tanto con el modo en el que haya ido variando la interpretación de cualquier obra a lo largo de los siglos… Pero ese sería otro conocimiento verdadero, sería otra cosa lo que estaríamos estudiando, no el conocimiento verdadero del sentido con el que fueron concebidos esos textos.

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