Soneto III de Luis Carrillo y Sotomayor, Con qué ligeros pasos vas corriendo

Luis Carrillo y Sotomayor, Soneto III

¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!
¡oh cómo te me ausentas, tiempo vano!
¡ay, de mi bien, y de mi ser tirano!
¿cómo tu altivo brazo voy siguiendo?

Detenerte pensé, pasaste huyendo, 5
te seguí, y ausentástete liviano,
te gasté a ti en buscarte, ¡oh, inhumano!
Mientras más te busqué, te fui perdiendo.

Ya conozco tu furia, ya humillado,
de tu guadaña pueblo los despojos; 10
¡oh, amargo desengaño no admitido!

Ciego viví, y al fin, desengañado,
hecho Argos de mi mal, con tristes ojos,
huir te veo, y véote perdido.

LOCALIZACIÓN
Luis Carrillo y Sotomayor es un soberbio poeta del Barroco que,dicho sea de paso, gusta mucho a los tribunales de oposiciones, especialmente en Cataluña. Lamentablemente murió muy joven. Este soneto es una muestra perfecta del gran talento que, posiblemente, hubiera completado una deslumbrante trayectoria poética de haberle respetado la muerte.
Nace en Baena (Córdoba) el año 1582 (u 85 u 86, según las fuentes) en una familia de alto linaje. Su padre era Presidente del Consejo de Hacienda. Estudió en Salamanca y a pesar de sus pocos años llega a ser nombrado Caballero de la Orden de Santiago; más tarde Comendador de la Fuente del Maestre y cuatralbo de las galeras españolas.
Sus obras fueron recopiladas y publicadas tras su muerte por su hermano Alonso en Madrid el año 1611.
Compuso alrededor de cincuenta sonetos,una veintena de romances, letrillas, estancias, liras, dos églogas de pescadores, dieciocho canciones y la Fábula de Acis y Galatea, considerada por algunos (por otros como Dámaso Alonso, no) fuente de inspiración del Polifemo de Góngora.
La mayoría de sus sonetos son de tema amoroso; de hecho, en seis de sus sonetos el poeta cita el nombre de una de sus amantes como Celia, en tres como Lisi y a Laura y a Flori les dedica otro soneto.
Suele considerarse un precursor o un antecedente del culteranismo, y es verdad que en algunas parcelas, como la propia Fábula de Acis y Galatea, su estilo se enreda un tanto en esa dirección, pero lo cierto es que su hermosa poesía, reflejada primordialmente en sus sonetos, se expresa en sus mejores momentos a través de una elegante construcción conceptual del poema, cercana a la estética conceptista, pero sin excesos… Quizá es que a veces se confunde el empleo de versos bimembres con el gongorismo… O simplemente, quizá hace tiempo que ambas etiquetas necesitan una revisión.
Pero lo más característico de su poesía es la sensación de autenticidad, y la impresión que se tiene, aquí y allá, de que oímos de nuevo una voz pura como la de Garcilaso, milagrosamente inscrita en el contexto del barroco.
En plena juventud le alcanzó la muerte en el Puerto de Santa María en el año 1610 a causa de una enfermedaad contraída durante su adolescencia. Lloraron su temprana muerte poetas y humanistas célebres como Quevedo, Luis Tribaldo de Toledo, Francisco Cascales, Antonio de Monroy y otros. La lloró acaso él mismo, mejor que nadie, en sus poemas donde los temas tópicos de los Siglos de Oro cobran, en ocasiones, una impresionante viveza.
Este es un Soneto,como otros de los suyos, que quizá se lea de otro modo si se piensa que el poeta arrastraba una enfermedad desde la adolescencia que le llevaría a una muerte prematura. Podríamos destacar el patetismo de ” te gasté a ti en buscarte”. Y contra los que piensan que esta poesía de los Siglos de Oro es siempre convencional, olvidando que siempre se escribe -mal o bien- dentro de una convención, obsérvese la crudeza que puede haber tras estos dos versos escritos por un poeta de poco más de 20 años, mortalmente enfermo:
Ya conozco tu furia, ya humillado,
de tu guadaña pueblo los despojos;

MÉTRICA
Se trata de un soneto clásico, intregrado por dos cuartetos, ABBA, y dos tercetos que riman con uno de los esqemas clásicos, CDE,CDE.

ARGUMENTO
La alusión a Argos del último terceto extrae su sentido del hecho de que Argos tenía cien ojos y nunca cerraba más que la mitad de ellos. Argos encarnaba el estado de vigilancia, de guardia perpetua. El poeta, al final, despierta de su ceguera y se autocontempla entre decepcionado y compadecido de sí mismo.
(Continuará…)

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