Andeme yo caliente y ríase la gente, de Góngora

Comente este poema de Góngora, prestando especial atención al contenido y a sus componentes tradicionales. [5 puntos: 3 para el contenido y 2 para la capacidad de argumentar y estructurar coherentemente el comentario.]

Luis de Góngora: Ándeme yo caliente y ríase la gente.

Ándeme yo caliente
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días 5
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
(1)
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla 10
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
(2)
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
(3)
que en el asador reviente, 15
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas, 20
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
(4)
y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles,
(5) 25
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
(6)
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente. 30
Pase a medianoche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama,
(7)
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar 35
la blanca o roja corriente,
(8)
y ríase la gente.
Pues Amor es tan cruel
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada, 40
do se juntan ella y él,
(9)
sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

ACLARACIONES SOBRE VOCABULARIO (vienen incluidas en el propio examen).
1. naranjada: mermelada de naranja.
2. Las mil preocupaciones (cuidados) del príncipe, no tendrán solución
(como píldoras dorados) por comer con vajilla dorada.
3. quiero más: prefiero.
4. Por las patrañas o cuento del Rey que rabió se entiende cualquier cuento antiguo o de tradición oral.
5. Nuevos continentes o países, para comerciar y amasar fortunas.
6. Filomena: el ruiseñor.
7. Leandro pasaba cada noche a nado el estrecho de Dardanelos para encontrarse a su amada Hero, hasta que una noche muere ahogado y ella se suicida tirándose al mar también. Góngora se burla de estos desgraciados amantes y de los que vienen a continuación.
8. Tragarme el vino blanco o tinto.
9. Las ropas ensangrentadas de Tisbe hacen suponer a Píramo que ha muerto, por lo que se suicida clavándose una espada, en la que también se ensarta ella cuando lo ve. Por eso la espada es el lecho conyugal (tálamo) de los amantes. Góngora se burla de ello en la conclusión del poema.

Características del examen. El enunciado del examen puede inducir a error, pues en este caso no se trata sólo de esclarecer el significado del poema.
El enunciado habla de que hay que prestar especial atención también a “sus componentes tradicionales” y ahí entra la métrica y el análisis del estilo.
De todas formas, hay que pensar que esto es sólo una parte del ejercicio (hay otras preguntas en el examen aparte del comentario), por lo que no hay que hacer un comentario excesivamente analítico. Por tanto, deben comentarse, aparte del contenido, la métrica de modo perfecto (lo ideal a estas alturas, claro, es que el alumno no tuviera que medir cada verso para identificar la letrilla (y el villancico) y los rasgos estilísticos fundamentales. Teniendo en cuenta que se deben comentar los que muestren la naturaleza “tradicional” del poema, no cualquier recurso literario.
Tres de los cinco puntos serán, por tanto, para el análisis de la métrica y para el análisis estilístico y temático, sin perder de vista que todo debe orientarse a la premisa de mostrar los rasgos (métricos, estilísticos o temáticos) “tradicionales” de los que habla el enunciado. Los dos puntos restantes, como ya dice el mismo enunciado, se asignan en este caso de acuerdo con el nivel de redacción, la capacidad de argumentación, la coherencia del discurso, la fluidez, corrección y madurez expresiva y, en definitiva, la cohesión y articulación del comentario.

COMENTARIO

En esta letrilla, podríamos decir que lo que Góngora lleva a cabo es, en definitiva, una versión satírica del tópico del Beatus ille, sirviéndose para ello de un motivo tradicional, del cual provienen los versos que encabezan la composición: “Ándeme yo caliente/ y ríase la gente“.
En efecto, el contenido fundamental del poema, no es otro que una deformación burlesca de aquellos motivos con los cuales solía desarrollarse convencionalmente ese tópico clásico cuya fuente última suele ser Horacio y su poema del mismo título, Beatus ille, que había versionado fray Luis de León en su celebérrimo poema “Oda a la vida retirada”.
Ahora bien, lo que Horacio elegantemente expone en su ÉpodoII “Beatus ille qui procul negotiis…“, es una exaltación del ideal epicúreo (lindante con el estoicismo) de la sobriedad y la austeridad de una vida sencilla alejada de todo afán o preocupación.
Tan nobles ideales, en la irreverente letrilla de Góngora dan paso a un desenfadado canto hedonista que debemos poner en relación con los contrastes del barroco. Frente a la reflexión pesimista sobre la vida, un vitalismo burlón, aunque también nihilista, como el que le da tono a este poema.
Góngora es universalmente conocido por ese elaborado arte cubierto con la etiqueta de culteranismo, pero no es menos cierto que posee otra faceta: la de cultivador y revitalizador de la poesía tradicional. Tuvo un papel destacado en la revitalización del romance que se llevó a cabo en el barroco. También participó en la renovación del villancico y la letrilla.
Hasta que llegó a sus manos, esta forma métrica había sido un género menor limitado a temas religiosos o rústicos y vulgares. Góngora empezó a cultivar la letrilla en 1581 y la convirtió en un vehículo idóneo para expresar la sátira burlesca. Observemos en el poema que comentamos, c
ómo Góngora funde elementos tradicionales y cultos, aunando ambos para redoblar su intención burlesca. Parte, como hiciera en otras letrillas, de un refrán, pero a lo largo del poema la chispa humorística salta por la colisión entre elementos populares y alusiones más o menos zafias y grotescas a referentes mitológicos. El propio tema elegido es culto y Góngora lo pasa por el filtro de la poesía tradicional, lo que en sí mismo es una propuesta provocadora.
Recordemos que la letrilla, básicamente, no era otra cosa que un villancico de tono satírico. El villancico era una forma estrófica derivada del zéjel, que había sido inventado en el siglo X por el poeta hispanomusulmán Mucáddamben Muafa.
La estructura métrica común a todos ellos, reducida a su esencia, consiste en concebir el poema como formado por un estribillo y un píe. En el pie es donde están la mudanza, la vuelta y la repetición del propio estribillo.
Originalmente, todo ello estaba pensado para el canto y el baile. El solista cantaba la mudanza y el verso de vuelta. El coro, tras el verso de vuelta, intervenía cantando el estribillo, entero o en parte, según los casos. La diferencia entre el zéjel y el villancico viene marcada, esencialmente por la diferente extensión de cada una de las partes.
Pero, como decimos, la letrilla, básicamente, no es más que una variante satírica del villancico. En el caso del poema que nos ocupa, la mudanza la forma una sextilla, seis versos octosílabos, cuya rima, consonante, debe seguir ciertas pautas: todos los versos deben tener rima, no pueden rimar más de dos seguidos y los dos últimos no pueden formar pareado. Teniendo todo esto en cuenta, esta es la disposición métrica de la letrilla de Góngora:

Ándeme yo caliente
y ríase la gente.
(Estribillo)

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
(Cuatro versos de mudanza)
y las mañanas de invierno
(Enlace)
naranjada y aguardiente,
(Vuelta)
y ríase la gente,
(Estribillo)

En cuanto al contenido, lo singular de la letrilla es precisamente la conjunción entre lo tradicional y lo culto. El poeta toma un refrán popular y a partir de él desarrolla el poema de forma jocosa deformando un tópico de la literatura culta.
La estructura del poema se organiza en torno a los diversos motivos de este tópico, el Beatus ille, que el poeta satiriza. De manera que, tras el estribillo inicial, el primer apartado (veros 3 a 16) tienen como núcleo significativo el desprecio burlón del poder y del lujo. El poeta desprecia la pompa del poder y prefiere una vida humilde, apegada a los placeres sencillos.
En el segundo apartado se podrían integrar las dos siguientes series (versos 16 a 30), si entendemos también que la segunda, se antepone a la primera y la complementa. Prefiere estar entretenido ya salvo de los rigores del clima, y renuncia desdeñosamente a la ambición, el enriquecimiento o las grandes empresas en general.
En el tercer apartado, la dos últimas series (vv.31 a 44), ridiculiza el amor y lo cambia por los placeres de la mesa.
En cuanto al estilo, evidentemente estamos muy lejos de la poesía hiperculta que Góngora, como sabemos, llevó a extremos insuperables.
La letrilla destaca por la sencillez expresiva. Merece la pena destacarse en el apartado léxico, la presencia en el poema de palabras como “morcilla, mantequilla, bellotas, castañas”, etc. Es el resultado lógico de elevar a ideal de vida esa dorada mediocridad de lo cotidiano.
Sobresale también en el poema el uso de la metonimia, pues el poeta se sirve de ella a lo largo de todo el poema para ir acentuando el contraste entre las dos actitudes ante la vida que contrapone “Morcilla, mantequilla, bellotas, castañas” y otros elementos similares, concretan así el atractivo contenido del modo de vida que resulta mejor valorado en la letrilla.
Como ya señalaran Dámaso Alonso y Robert Jammes, el contraste entre los valores ideales de la sociedad y el mundo real marca todas las letrillas de Góngora y esta es un buen ejemplo pues está articulada en torno a él.
La letrilla recoge perfectamente el espíritu de la poesía tradicional, revitalizado, como decimos. El empleo de giros y expresiones del lenguaje coloquial es otra muestra de ello. Así lo vemos en diversos momentos como en la alusión a “el Rey que rabió” o “muy en hora buena””.
En cuanto a las metáforas, estamos lejos del esplendor metafórico del Góngora característico en poemas de registro culto. Hay pocas metáforas y forman parte del aparato humorístico del poema. Así “el golfo” de su lagar, del cual mana el vino o la burlona equiparación del tálamo de los enamorados a la espada y, por supuesto, la hilarante transformación del pastel en Tisbe.
Podría añadirse la graciosa personificación según la cual gobiernan sus días “mantequillas y pan tierno”.
En definitiva, es un estilo en el que domina la sencillez y el gracejo, igual que en otros aspectos del texto, con lo cual se integra perfectamente en la tradición poética que pretende recrear.

EXAMEN DE SELECTIVIDAD – LITERATURA ESPAÑOLA -CATALUÑA

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